Un ídolo inolvidable

Por Gabriel D´Alessandro 2009

Me encanta tener la posibilidad de describir a alguien que fue para mí un icono en el fútbol, que se destacaba por su enorme habilidad y creatividad para resolver situaciones durante los encuentros, de los que formaba parte.

Me estoy refiriendo a Alberto “Beto” Marcico; nacido en la Boca, muy cerquita de la bombonera, ya desde que era chico tenia la intención de llegar a jugar en primera división y poder vestir la camiseta de boca. Pero para poder concretar ese sueño tendría que esperar.
Marcico comenzó su carrera futbolística en el Club Atlético Ferro Carril Oeste, fue en la institución de Caballito donde el crack realizó las divisiones inferiores. Debuto oficialmente en la primera división del fútbol argentino a los 21 años de edad. Fue promovido a primera por Carlos Timoteo Griguol, quien lo orientó tácticamente, durante su época más brillante, en argentina.
“El BETO” Tal era el apodo impuesto por sus compañeros; logró conquistar en la institución de caballito dos campeonatos locales.
“El nacional de 1982, el cual ganó de manera invicta (Es decir sin haber sufrido derrotas durante el desarrollo del torneo) jugo la final de este certamen contra el Club Atlético Quilmes. Y también el torneo nacional del año 1984, esta vez ganándole en la final a River Plate.
Además con ferro obtuvo tres subcampeonatos, en los años ochenta y uno (Dos veces) y en el 84.
Vale aclarar que durante esta época en el fútbol argentino se disputaban dos torneos durante el año, cosa que actualmente es similar; pero los certámenes de aquella época estaban diagramados de forma distinta a los actuales. El torneo metropolitano que era el campeonato largo que incluía a equipos de la capital federal y de la provincia de buenos aires mayormente. Y el torneo corto, que era el denominado “ Nacional” ya que incluía a equipos de todas nuestras provincias.
Además obtuvo la clasificación a dos Copas Libertadores de América, donde tuvo una destacada participación.
Durante este tramo de su carrera compartió el terreno de juego con jugadores de la talla de Héctor Cuper, Oscar Acosta, “El Gallego” Esteban González; El paraguayo Adolfino Cañete, entre otros; en lo que se constituyo en un lustro de oro para la institución del barrio de caballito.
Luego en 1985 seguiría su carrera en Francia, mas precisamente en el club Toulouse, club que lo mantuvo durante siete años en ese país donde jugo mas retrasado.
Participo de manera tardía y esporádica en la selección nacional, donde no se le dio la continuidad que merecía y no le favoreció el haber formado parte de ferro por ser un club de los denominados chicos.
Si jugara en la actualidad hubiera sido transferido rápidamente a un club grande lo que le hubiera permitido tener posibilidades de progreso muy ascendentes.
Después de arduas negociaciones realizadas por los dirigentes de Boca, muchas idas y venidas y teniendo en cuenta las declaraciones del jugador “Que si no era transferido dejaba el fútbol”, consiguió la respuesta positiva del fútbol francés y logro su mas grande anhelo.
Debuto con la camiseta xeneize, en la bombonera que estuvo realmente a pleno, los espectadores se encontraban ansiosos de poder ver cual iba a ser el rendimiento de este jugador que en ese entonces contaba con 31 años de edad.
Fue una figura excluyente, fue alentado permanentemente por la parcialidad boquense, que en poco tiempo lo convirtió en ídolo, influyo de manera determinante en el resultado de varios partidos y se dio el gusto de mostrar su habilidad en medio de un aplauso cerrado que venia desde los cuatro costados del estadio.
Finalmente Alberto Marcico vio concretado en la realidad su sueño, un sueño que se pinta de azul y oro.

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