Miles de niños mueren de hambre y desnutrición en nuestro país y aunque para nosotros es un tema que conocemos la importancia que le damos a esta terrible realidad es totalmente indiferente para la mayoría que habitamos suelo argentino. La pregunta es ¿podemos hacer algo por aquellos niños que padecen de hambre y por consecuencia mueren de desnutrición? ¡Claro que sí podemos!
Primeramente tenemos que entender que esto es mortalmente serio, y que necesariamente no tenemos que ser la Madre Teresa de Calcuta para poder ayudar a aquellos que lo necesitan.Claro que podríamos a los políticos cuestionar por su desempeño en el poder y que se ocupen del hambre y desnutrición y muerte de tantos niños.
Pero sin tener que fijar la mirada en los políticos responsables que hoy nos presiden, quiero traer a reflexión, ¿qué es lo que podemos hacer nosotros por los niños de nuestro país?
La tarea es muy sencilla si queremos mirar este problema tan espantoso. Permitime darte una breve ilustración de la vivencia de estos indefensos niños, marginados por la sociedad, los cuales podemos encontrar en los montes lejos de la civilización, lejos de toda economía social y asistencia médica.La desnutrición de estos niños viene primeramente por la falta de alimentos, falta de agua, de abrigo en el invierno, del calor y sequía que produce en tiempo de verano, pues todo lo que pudiesen plantar con mucho sacrificio el fuerte sol y la falta de agua logran dejarlos sin nada de aquello que serían sus alimentos. Por eso y muchísimo más yo te invito a que te unas a darle una mano a esta gente y particularmente te estoy hablando de nuestros hermanos aborígenes, porque ellos necesitan de los frutos que nos dan estas tierras que por herencia deberían ser de ellos. Yo se que vos querés ayudar y que podés, por eso unite a alguna fundación que puedas encontrar por internet o por el medio que sea y vas a ver que esos niños van a ser hombres y mujeres de bien, con estudios, con cultura y sobre todo con honestidad. Y si querés recibir una recompensa tendrás el abrazo y un beso de un niño diciéndote con ese acto “gracias por salvarme la vida”.
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