Por Salvador Gacham/ Abril 2012
"Antes somos hombres y después ciudadanos". La vida nos hermana y por eso debe vivirse dignamente en todo el planeta. El derecho a una vida digna para todos debe ser la idea fuerza que lleve a esmerarse por la educación de las nuevas generaciones. La defensa de la vida debe ser un puente que junte los reducidos límites de supervivencia de las masas empobrecidas con los amplios horizontes de vida que pocos gozan. Estos ideales deben estar presentes en los compromisos educativos para no olvidarse que somos hombres y que la especie humana debe ser la primera en ser protegida. El derecho a no ser discriminado: "La totalidad de los derechos deben ser aplicados a la totalidad de los niños sin excepción, y es obligación del estado aplicar las medidas necesarias para protegerlos de cualquier discriminación". Entonces...¿qué decir entonces de las minorías etnicas, de los chicos de la calle, de los que mueren de hambre, de los explotados sexualmente? ¿Dónde está el derecho al juego de esos niños trabajadores?...mientras pocos nadan en la abundanacia, una gran masa sobrevive a duras penas.
Luchar por la defensa de la vida, del ser humano, de los pueblos, del planeta y de todos sus derechos.
Para qué está el respeto de la declaración de los DDHH? Dónde está el compromiso a la transformación de la sociedad, el compromiso por la justicia y la dignidad de toda persona humana?
El compromiso de prevención, de desarrollo humano integral, de la construcción de un mundo más equitativo, más justo y más sano.